Cuando exploramos las visiones urbanas del pasado sobre el futuro, es común encontrar ejemplos exagerados e incluso divertidos. En cuanto a las promesas de la arquitectura y, en consecuencia, de nuestras ciudades, tampoco es tarea fácil señalar caminos con claridad.
Al observar las tendencias de la industria y al usar toda nuestra imaginación, ¿podríamos decir cómo serán las ciudades en decenas o cientos de años? ¿Sus materiales, su apariencia, la manera de construir y de pensar? ¿Será un futuro más limpio y minimalista o un futuro más orgánico y complejo? ¿Cómo afectarán las nuevas tecnologías y materiales de construcción a la forma, aspecto y prosperidad de las ciudades del mañana?
Para encontrar algunas pistas sobre el futuro, podemos abordar dos temas principales: los materiales que compondrán las arquitecturas y, principalmente, la forma en que serán proyectadas. Como señala Jean-Louis Cohen, autor del sugerente título El Futuro de la Arquitectura, Desde 1889, «en ocasiones la arquitectura ha recurrido a fuentes ajenas a su disciplina, adoptando metáforas basadas en organismos biológicos, las máquinas o el lenguaje; en otras ocasiones, buscó inspiración en sus propias tradiciones disciplinarias». En sus mejores momentos, la arquitectura ha logrado encontrar un equilibrio entre las búsquedas correctas.
Al explorar la tectónica de las edificaciones, hemos notado dos caminos posibles y no necesariamente opuestos: la producción de materiales altamente tecnológicos y un regreso a los materiales naturales y locales, incorporando innovadoras metodologías de trabajo que también varían su aspecto tradicional.
Las investigaciones sobre nuevas tecnologías y productos están constantemente en marcha, buscando mejorar la eficiencia de los componentes, aumentando las funciones de los elementos o permitiendo la creación de estructuras con mejor desempeño. En el campo de la experimentación en laboratorio, por ejemplo, el grafeno es considerado por muchos como un material del futuro, ya que es unas 200 veces más resistente que el acero, pero 6 veces más ligero, con varias otras características. El aerogel es otro material prometedor para los científicos; compuesto básicamente por gases, aporta excelentes propiedades como el aislamiento térmico y acústico.
Evidentemente, las industrias del vidrio, el acero y los polímeros buscan continuamente mejorar las características técnicas de sus productos. Se trata de materiales cuyas cualidades permiten el diseño de piezas mucho más esbeltas y delgadas, vanos más grandes, oscilaciones más pronunciadas y diferentes niveles de translucidez.
Junto a esto, también es posible apostar que los materiales creados a partir de residuos reciclados o subproductos de industrias serán omnipresentes, eliminando buena parte de la dependencia de los –cada vez más escasos– recursos naturales. El concepto de minería urbana debería cobrar impulso, especialmente en ciudades más antiguas y densas, y la reutilización de materiales, esperamos, será más una regla que una excepción. Tampoco es exagerado decir que veremos ejemplos de materiales que pueden regenerarse de forma autónoma, productos que pueden generar energía para el edificio (ya sea a través del sol, el viento u otras formas), o fachadas que pueden adaptarse al clima, purificar el aire de la ciudad, y muchas otras posibilidades que se alejan de nuestra imaginación.
A su vez, los materiales naturales deberían ganar más espacio, ya que las preocupaciones sobre la sostenibilidad, el origen de los productos y la disponibilidad de recursos naturales no renovables deberían aumentar en el corto plazo, o al menos eso esperamos. Usos masivos de materiales como algas marinas, cáñamo, bambú y principalmente la madera como material renovable y asequible, pueden visualizarse con claridad. Esto incluye otros materiales, como el micelio, la paja y otros.
Pero así como la mayor parte de la ciencia ficción suele limitarse a los problemas preocupantes de la época, siendo a veces refutados algunas décadas después, es posible que nuestra visión todavía esté muy ligada a nuestras ideas preconcebidas sobre los materiales y la industria de la construcción en sí misma. Todos estos avances –y los que vendrán– cambiarán inevitablemente el aspecto de nuestros entornos y, por tanto, también la percepción y la relación que tenemos con ellos.
Neri Oxman aporta un enfoque interesante. La profesora del MIT señala que, al igual que los productos industriales –por ejemplo, un automóvil–, los arquitectos estamos capacitados para pensar en los edificios como un ensamblaje de piezas y componentes hechos de materiales homogéneos. En la naturaleza esto es bastante diferente. Las plantas, por ejemplo, no están formadas por partes distintas, sino por las mismas sustancias que varían su composición y características continuamente para cumplir determinadas funciones.
El grupo que ella coordina, Mediated Matter, se centra en el diseño inspirado por la naturaleza y en la naturaleza inspirada por el diseño. Su investigación cubre la intersección del diseño computacional, la fabricación digital, la ciencia de los materiales y la biología sintética, aplicando el conocimiento al diseño en varias escalas, desde la microescala hasta la escala de construcción. En otras palabras, trabajan con la naturaleza y aprenden de ella. ¿Será el futuro de la construcción civil un regreso a las formas de la naturaleza?Durante el siglo XX, con la industrialización, observamos cómo la herramienta ha condicionado el producto y su forma total. Técnica y tecnología: lo que hacemos depende de si tenemos, o desarrollamos, los medios para hacerlo. La máxima expresión de la máquina en construcción es la prefabricación: elementos realizados en un galpón, fuera de la obra, que son luego instalados en un contexto determinado. La obra se convierte en un montaje, no en una construcción. En el mundo de hoy, esto parece eficiente y adecuado, pero su evolución podría estar más cerca de los procesos de la naturaleza de lo que podríamos haber imaginado hace algunas décadas. Aprendizajes del presente y del pasado, aparentemente opuestos, parecen estar comenzando a converger.
Por ejemplo, las formas de modelado tridimensional, que involucran la fabricación digital y la inclusión de los más diversos parámetros para influir en el proyecto, permiten la creación, replicación y variación de formas artificiales antes inimaginables. Y, sin duda, estas deberían seguir evolucionando significativamente en los próximos años, volviéndose aún más instintivas, asequibles y multiplicando sus posibilidades. Junto a la Inteligencia Artificial, el Machine Learning y el Diseño Generativo, el arquitecto debe asumir un nuevo rol; en lugar de comenzar sus proyectos desde cero, debe definir los parámetros más adecuados para cada situación, y luego evaluar, con la ayuda de datos, la solución que mejor se adapta a cada demanda. La biomimética, por ejemplo, no es sólo la forma orgánica en sí misma, sino la búsqueda de comprender y aplicar las estrategias orgánicas de la naturaleza.
Otros aspectos relevantes, además de la estética y la producción, se refieren a la dimensión temporal: eficiencia y proceso. La construcción modular y en serie sigue los principios de la primera, mientras que la vivienda incremental y la vegetación incorporada siguen los ritmos de la segunda. ¿En qué plazo estamos evaluando nuestros edificios? El reciclaje sigue una lógica de la máquina, donde el material se puede reconvertir y rehacer (con base en la unidad de material). Las estrategias pasivas y los nuevos materiales orgánicos, apuntan a una lógica de procesos, donde convivir con el entorno es más equilibrado.
Asimismo, las preocupaciones relacionadas con la higiene y la salud sugieren la aparición de espacios cada vez más antisépticos y limpios, mientras que las preocupaciones por la apropiación y la conexión emocional con nuestro entorno inmediato sugieren espacios más ricos, orgánicos y personalizables. Pero el bienestar del ser humano es complejo y sin duda requiere de un poco de todo esto.
Tecnología avanzada o antiguas técnicas actualizadas. Materiales inteligentes o materiales naturales. Formas orgánicas basadas en parámetros o ensamblaje de piezas predefinidas. Eficiencia o proceso. Limpieza o complejidad. ¿Los ambientes más bien racionales que habitamos hoy son realmente saludables y adecuados para quienes somos? ¿Debemos continuar por este camino? ¿Será el futuro un retorno tecnológico a un entorno más orgánico, instintivo y natural? ¿O mantendremos lo que a menudo se pensaba como un futuro minimalista, inmaculado e impersonal? Si vino aquí buscando respuestas, lamentablemente no las tenemos. Sin embargo, seguimos investigando.